domingo, 7 de diciembre de 2008

Cartas marcadas

Me mandaron una carta
por el correo temprano...
(Violeta Parra)
Fulano, ¿has abierto la correspondencia? ¡Qué susto! Peor que si recibes un requerimiento de Hacienda pidiéndote explicaciones, o una notificación de Tráfico poniéndote una multa gorda y retirándote el carné. No, no eran las Cartas Marruecas de Cadalso. También a Esquerra, como al autor ilustrado, le duele España, pero no en la forma en que concibió ese dolor Unamuno y pasó a la posteridad: “me duele España porque la amo”. Se ciscan ellos en España –que, encima es la causa de su estreñimiento- y en la madre que la parió.
¡Vaya golpe que han atizado con el mazo! (de cartas).
Dicen que no eran cartas abiertas y que los destinatarios eran sólo los de su cuerda. Ya: honrados a carta cabal los chicos. Lo que desde luego no eran es cartas de amor. Son cartas marcadas por la infamia, con tufo de corrupción y mamoneo. Ya se ha resaltado a qué misivas se parecen: A los mensajes de esos otros a quienes también les duele España –los abusones que todos conocemos-, a los avisos y ultimátums extorsionadores. Justo ahora, que estamos a ver si paran, que no nos llega la camisa al cuerpo, llegan estos con que también quieren jugar a eso. Vamos, como lo de que “o jugamos todos o se rompe la baraja”, que viene a ser “o jodemos todos o va la puta al río”. En ambos casos, están con ese viejo fastidio de sentirse entre la espada (¡ay, el espadón!) y la pared, y entre la baraja española y la francesa. Y sintiendo el irrefrenable deseo de jugar con dos barajas. Juego de manos, juego de villanos. La sinvergozonería ha adoptado carta de naturaleza. Es una auténtica carta de ajuste, una carta náutica (es decir, de marear), cartas credenciales de la puesta de largo de Esquerra, ¡una carta astral!
Deberían aclarar a dónde va a parar la exacción y disipar las dudas sobre la licitud de la bicoca, porque, aparte de financiar el partido (lo que no es aclarar mucho que digamos), no se ha explicado de forma detallada a qué se destina la derrama, cómo es que les ha dado ahora por pasar el plato, de quién es la gorra que se pone en circulación, de quién la buchaca y de quién la ocurrencia, si se sabe su nombre, cómo es él y a qué dedica el tiempo libre. ¿Vienen franqueadas? (Perdón, juancarloseadas; perdón otra vez, maragalladas.) ¿Cuál es su tenor, su literalidad?, que yo no he visto ninguna y tengo curiosidad. ¿Vienen en prosa o en verso?
“Querido simpatizante: Espero que al recibo de la presente estés bien.” ¿Se podrá uno dar de baja en el censo de las simpatías o en el fichero informático de marras? “Lo que le comunico para su conocimiento y a los efectos oportunos.” Dicen que no, que es una broma, que es sólo era para ver cómo respiraba el personal y que el destinatario no tiene por qué cogerla al pie de la letra. “En contestación a su atento escrito del pasado día equis de los corrientes, y por el mismo conducto de su envío, adjunto le remito la gabela solicitada”. El alguacil alguacilado: los funcionetas han de presentarse en ventanilla. Pero esta vez a cotizar. “Muy señor mío: que pase por caja a retratarse”. Tot en català, és clar.
El caballo de oros (por no decir el rey) pasando el naipe de la copa (“aparta de mí este cáliz”, dirán los de Convergència), y con el as de bastos en la manga. La pela es la pela. Como decíamos de pequeños, “carta en la mesa es presa”. Y con ella el que la echó.
¡Cómo se ha puesto el género epistolar, está imposible! ¡Qué desbarajuste!

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