domingo, 7 de diciembre de 2008

Gora Irlanda Askatuta

Tots els colors del verd,
gora, gora, diuen fort
la gent, la terra i el mar
allà al País Basc.
(Raimon: Recital de Madrid, 1976)
¿Que cómo veo yo el tema? Verde. No verde que te quiero verde, sino verde claro, del color de una esperanza no exenta de incertidumbres; verde como la hoja del roble vizcaíno, como la fruta que no está madura, y no verde trébol como Irlanda. Porque, querer, lo que se dice querer, todos queremos más. Y más y mucho más.
A lo que parece, ya nadie pone en duda la equivalencia entre el caso irlandés y el vasco. Hasta donde yo sé, en Irlanda del Norte había una confrontación guerracivilista entre dos facciones perfectamente diferenciadas, armadas ambas –aunque no en la misma medida-, de distinta cultura, religión y extracción social, que habitaban en barrios separados, convertidos en guetos, y que, por lo tanto, ni convivían ni se mezclaban. La presencia del ejercito allí, como fuerza de interposición más próxima a uno de los contendientes, ha sido constante; aquí las tanquetas han aparecido en casos puntuales y lejanos en el tiempo, en los años de plomo de los sucesos de Vitoria (Campanades a mort, “la calle es mía”, luego la ha hecho suya la Kale Borroka) y por mucho que se hayan dejado llevar por ensoñaciones míticas y melancolías fantasiosas, conmemoraban enfrentamientos reales, victorias y derrotas históricas. Por aquel entonces, en Dublín, en los soportales del G.P.O. (la central de correos que fue bastión de la independencia de la república de Irlanda), se exhibían carteles de torturados; en el mercadillo de Gaiety Green, frente a Saint Stephen’s Green, se vendía parafernalia propagandística; de vez en cuando cortaban O’Connell Street por amenazas de bomba; y aparecían pintadas (Smash the H Block) en los barrios obreros. Pero han sido 30 años de caminos divergentes. Juaristi afirmaba que cuando los del I.R.A. hacían una huelga de hambre llevaban su inanición hasta la muerte y los de E.T.A. (aparte de que no la hacían), salían más gordos. Al margen de las relaciones de colaboración entre ambas, en una especie de multinacional del terror, y de la tenebrosa semejanza que todas estas bandas tienen, las fuentes ideológicas en las que han bebido son bien distintas y en la verborrea de E.T.A. sigue presente la desiderata revolucionaria (Euskal Herria sozialista). Allí, uno de los grupos dominaba los resortes del poder económico y el otro estaba sojuzgado o, al menos, desempeñaba un papel subalterno. Mientras, en el caso vasco, se puede hablar de una pujante burguesía que controla sectores estratégicos, como el BBVA o Iberdrola. El colmo de esta intencionada ceremonia de la confusión es el régimen político: En el Ulster, han obtenido una autonomía alicorta que se suspende sin que rechisten. ¿Se la cambiaría el PNV por el Estatuto de Gernika? Dicho lo cual, es necesario enfatizar que todos los terrorismos son igualmente despreciables. El que fuera Presidente del Foro de Ermua, Vidal de Nicolás, resaltaba que no cabe recordar el historial de las víctimas como luchadores antifranquistas o vascohablantes, porque de ese modo se establecen gradaciones intolerables, comparaciones repugnantes, que pueden llevar a la aberración de pensar que se mata a unos con más derecho que a otros.
También está la imagen estereotipada de las aficiones comunes, del gusto por las bebidas espirituosas (el txacolí de Guetaria, el vino de la Rioja alavesa, los txiquitos o el calimocho, el whisky o la cerveza Guinness), el orfeón y las baladas. Y el folklore, que de eso nunca falta: Kortatu y los Wolftones.
En fin, si se empeñan...
Hablando de todo un poco, no sé lo que habrán pensado al enterarse de que actuaba como muñidor de la negociación un sacerdote. ¡Hombre!, de eso, en las Vascongadas, sí que saben, de curas defensores de las esencias tradicionalistas (no diré carlista a ver si me lo confunden con el príncipe Carlos, el de Camila, y tampoco es eso). Y, además, un señor con cara de bestia, boxeador jubilado. Uy qué risa. Un caso sonado. Ha sido como un directo a la mandíbula de la lógica diplomática. Quizás era cierto que ETA estaba contra las cuerdas y a punto de caer noqueada. Pero no adelantemos acontecimientos ni juzguemos por las apariencias, que está feo y no procede. Esto me trae a la memoria a otro boxeador: Ni los yankófilos, ni menos aún los islamistas, han reparado en el detalle de que en los últimos juegos olímpicos de USA, en el postrer relevo (o sea, el acabose), la antorcha fue portada por Cassius Clay (o sea, un musulmán), Muhammad Alí para los amigos. Pues a lo que íbamos, mira que Euskadi ha suministrado púgiles en cantidad y calidad: Paulino Uzcudun, Urtain... la verdad, no me pregunten que no me gusta el boxeo y no entiendo ni gorda, ¿pero es que todo se lo tienen que encargar a los especialistas en repartir ostias? Oye, ¿y por qué no traen a Bono, ya puestos? El cantante de U2, digo, no el Ministro de Defensa; que aquel es irlandés y entenderá del tema y éste de la Mancha, igual que Almodóvar y Sarita Montiel.
Sólo espero que hayan dejado de ser Malos tiempos para la lírica, como decía Golpes Bajos. La cuestión es que no se trate de un combate amañado y tengamos que acabar gritando «tongo, tongo» y, de cualquier forma, sería deseable no bajar la guardia, no sea que, si por alguna de aquellas volviera a sonar la campana, se hubieran cargado de hierro los guantes.
A lo mejor hay más coincidencias de las que yo pensaba. Pues nada, lo dicho, Gora Irlanda Askatuta.

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