domingo, 7 de diciembre de 2008

Huelga General

Queremos que Marco
encuentre a su mamá.
Si no, mañana,
huelga general.
(Grito desgarrado de reivindicación popular. Año setenta y ¿...?)

¡Cooooorten! El telediario de la primera a mitad: la vida interrumpida (*). ¿Y quién informa de la huelga –real Reality Show- de RTVE? Intento imaginar el mundo sin televisión, sin cadenas públicas ni privadas, sin canales estatales o autonómicos, y no, no lo consigo. Requiere el Imagine completo de John Lennon y la imaginación al poder del 68. Pues el más difícil todavía: imagínate que se junta con la huelga de árbitros que había anunciada. Apocalypse Now.
Puede que seamos, yo y todos y cada uno de los espectadores, el Gran Primo, pero me fastidia representar la comedia del despotrique hipócrita contra la caja boba, contra el institucionalizado opio del pueblo. En el pan y circo de cada día (dánosle hoy), representa a éste, que no sólo de aquél vive el hombre. ¡Si es la argamasa que sujeta a la familia y le da cohesión! Es luz y taquígrafos para el alto el fuego y para cualquier acontecimiento reseñable; es el notario de la actualidad. Somos un planeta a una pantalla pegado y la CNN el pregonero de la aldea global.
La tienes de pago y por to’l morro, de plasma y de catorce pulgadas, de cable o antena, portátil y panorámica, decodificada y en clave –de Sol y de Balbín-, parabólica y directa a la escuadra, plana y con cambios de rasante, terrestre o aérea, analógica y digital. Sí, a dedo, una cosa tan nuestra. Es ¿qué duda cabe? el mito de la caverna con sombras reinventadas en píxeles.
Nuestros clásicos, los de toda una generación, son Félix Rodríguez de la Fuente, la llegada del hombre a la luna, El Fugitivo, Bonanza, los denostados telefilmes, los Chiripitifláuticos y Furia, Un, dos, tres, responda otra vez, Rintintin, los Picapiedra, la familia Telerín, los dibujos de Hanna Barbera y la perrita Marilín. El tiempo, desde esa prehistoria, se mide de otra forma: Edad Media, Edad Moderna y Edad de la Tele. De la Edad de Oro, con The Lords of the New Church en un tris de completar la violación en diferido de Paloma Chamorro, a los Días de Cine, con Antonio Gasset reflexionando en voz alta en torno a su deseo de que el programa no guste al personal. ¡Qué tierno! ¿Y cuando dieron Emmanuelle? ¡Jo, qué momentos! No me voy a poner aquí a hacer inventario a ver cuántos programas míticos y/o vulgares recuerdo, pero es que su archivo gráfico conforma los pliegues de nuestra memoria. Los anuncios y la telebasura crean escuela y nuevas corrientes estéticas. Sus 625 líneas (si es que siguen siendo esas), barras y estrellas del universo mundo, malla en la que se borda el discurrir del presente, son el imaginario colectivo.
Así que, si nos la quitan, apaga y vámonos.
P.S. (*) Contus interruptus.

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